La compañía Phillips junto con la Asociación España Salud, hizo entrega al director del Patronato de la Alhambra, Reynaldo Fernández, de un desfibrilador para seguir así con el proyecto «Cardioprotección». La iniciativa surgió en la última edición de #TATGranada, el principal congreso mundial de Twitter, que organiza IDEAL, donde el fondista Chema Martínez hizo una carrera para simbolizar el lapso de tiempo que es necesario para actuar en caso de que una persona sufra una parada cardíaca.
Chema corrió desde el nuevo hospital del PTS hasta #TATGranada, en el Parque de las Ciencias, un trayecto que se retransmitió por Periscope. Una vez conseguido el reto se inició una campaña en las redes sociales para conseguir una donación y la instalación de desfibriladores en espacio públicos como la Alhambra o el Estadio de la Juventud.
Este plan se ha convertido en una realidad en la que el monumento histórico de la ciudad amplió el número de aparatos de este tipo. «En nuestras instalaciones ya contábamos desde 2013 con tres de estas unidades más una de la Cruz Roja», destacó Fernández. El motivo de seguir aumentando esta oferta es porque quieren poder participar en un plan que ayude a concienciar y solidarizar a la población sobre este problema. «Tenemos algunos instalados en la Puerta del Vino, en el Generalife o en las taquillas, aunque vamos a extenderlo a lugares del Albaicín incluidos en la modalidad de visita de la Dobla de Oro», explicó el director del Patronato.
El hecho de que existan muchos de estos aparatos resulta para el médico y presidente de la Asociación España Salud, Josep Brugada, algo muy positivo que puede contribuir a que aumente la posiblilidad de salvar una vida. Comparó este hecho con la presencia de extintores que se instalan para que en caso de incendio alguien pueda utilizarlos. «Lo mismo ocurre con estos desfibriladores, ya que tienen un modo automático para que pueda utilizarlo cualquier persona en caso de que se produzca una emergencia», añadió Brugada.
Además, sostuvo que esta es la única posibilidad de conseguir que una persona que sufra una muerte súbita debido a una fibrilación ventricular pueda ser salvada. «Desde el momento en que esto ocurre, la víctima tiene 10 minutos antes de morir y que no pueda hacerse nada por ella», explicó. Implantar estos dispositivos en lugares muy transitados como la Alhambra ayudará a salvar más vidas. «Es muy difícil encontrar un sistema en el que los medios de emergencias se presenten en el lugar antes de que pasen diez minutos desde que reciben el aviso», argumentó el presidente de la Asociación.
Lo importante para Brugal es transmitir el mensaje de que se trata de algo sencillo de usar siguiendo las instrucciones. «Lo primero que deben hacer es llamar al 112 y después ponerles los parches que tiene la máquina para que esta la examine y determine si es necesario que reciba un choque eléctrico o no», aclaró. Con este procedimiento, aunque no se puedan salvar a todas las personas que se encuentren en esta situación, al menos podrá reducirse el número de víctimas que hay actualmente por muerte súbita y que ascienden a 35.000 en España, según indicó el doctor Brugal.
Implicación de Phillips
La directora de relaciones externas de Phillips, Ángeles Barrios, comentó que la principal motivación que mueve a la compañía a involucrarse en proyectos como este es que llevan dedicándose a la salud desde hace 100 años y 20 estudiando los problemas de paradas cardíacas. «El motivo de escoger Granada fue porque hemos sido adjudicatarios de todo el concurso del nuevo Campus Tecnológico de la Salud y queríamos seguir aportando más a la ciudad», explicó Barrios. También aclaró que no solo se instalarán desfibriladores en este monumento granadino, sino que habrá algunos dispositivos instalados en el Estadio de la Juventud. «Con esto se reforzará la calidad del destino que ofrece la ciudad tanto en instalaciones deportivas como en hospitales», anunciaron.
Por último, desde la Asociación España Salud explicaron que con este proceso se está dando respuesta a las peticiones que algunos turistas hacían, sobre todo personas mayores, para poder seguir haciendo largos viajes en entornos donde pudiesen sentirse seguros.