La cuarta edición de #TATGranada ha puesto sobre la mesa un debate que surge cada vez que tiembla la tierra. ¿Cómo puede ayudar la red social en la gestión de una catástrofe? ¿Es una herramienta positiva o negativa? Cuatro expertos tuiteros que han vivido tragedias en primera persona han contado su experiencia en #TATGranada16, con el terremoto de Ecuador, uno de los más recientes, como principal ejemplo.
Aurelio Soto, teniente de Navío y portavoz de la UME (Unidad Militar de Emergencias), ha contado que ellos abrieron sus cuentas en Twitter con la intención de darle “información al ciudadano”. Soto ha explicado que en la red hay que tener “cuidado con el ruido que hay en las redes sociales y aportar más que ellos. Nos dimos cuenta de que teníamos que tener a gente que superiera utilizar las redes sociales y que no podía hacerlo cualquiera. En Nepal vivimos la experiencia del mapeo (Standby Task Force), para saber qué estaba pasando en cada lugar. Twitter permite ser una fuente de información si se identifican las cuentas oficiales activas o hashtags y se le hace seguimiento. Es importante dar cifras oficiales y en el caso de Ecuador nosotros pudimos remitirnos a los datos que daba el gobierno de Ecuador porque el flujo de información funcionaba bien”.
Miguel Ángel Rodríguez, responsable de Comunicación externa e imagen de Cruz Roja, ha rememorado el terremoto de Nepal. “Mostró el matrimonio que hay entre Twitter y las emergencias. Twitter es el sueño de los trabajadores humanitarios, con máxima información desde la zona de conflicto. La comunicación depende de las necesidades reales, que las conoces sobre el terreno. Un ejemplo de que Twitter es un medio de comunicación es la relación entre Cruz Roja y Twitter. Nosotros lo activamos con el terremoto de Lorca. Nos dimos cuenta de las posibilidades, no tanto para informar del dispositivo, sino para darle datos a la población (ayuda, dónde quedarse, qué se espera…). Y desde ahí llegamos a Nepal. Hay que ir al terreno. Ahora exigimos que quien tenga que trabajar en una zona de catástrofe tenga que ser un experto en redes sociales. Tenemos un medio de comunicación idóneo para trabajar en tiempos de emergencias. La comunicación humanitaria está dirigida y tiene el objetivo claro de salvar vidas. La comunicación tiene que basarse en el afectado. Tenemos que seguir apostando por las herramientas que tienen en cuenta a las personas”.
María Isabel Vélez, asesora del Gobierno de Ecuador en el Ministerio de Seguridad, que ha intervenido a través de Skype, ha tenido que trabajar sobre el terreno en el reciente terremoto de Ecuador: “Me hubiera gustado estar allí con vosotros para daros un abrazo por la solidaridad que mostrasteis. La preparación del terremoto, ante la posibilidad de que pudiera pasar, implicaba una comunicación de 16 administraciones. La comunicación en crisis requiere de un importante trabajo previo. El mismo equipo de comunicación que habíamos trabajado nos pusimos en contacto con el objetivo de utilizar las redes sociales para salvar vidas. Todo ello era muy complicado, porque implicaba verificar identidades y muchos aspectos paralelos a la par que queríamos salvar más vidas. Nos quedamos con la sensación de que podíamos haber salvado más vidas. Aparte en un momento se cayó el sistema de luz y tuvimos que activar un sistema de 2G. El objetivo seguía siendo el mismo, salvar vidas. Significaba mucho tener Twitter a mano y nosotros sabíamos que detrás de ellos había seres humanos. Les invitamos a ser fuertes, a ser valientes y nosotros sacrificamos nuestra reputación para ponernos a salvar vidas. Estábamos ocupados en la tarea de usar la red para hablar con quien lo necesitaba y no para informe. La gente que lo necesitaba se volcó en Twitter de forma natural”.
Luis Serrano, director del departamento de Crisis de Llorente&Cuenca, ha moderado esta mesa redonda y ha enfatizado que desde el terremoto de Japón ha cambiado la forma de elaborar la comunicación en una catástrofe. “Hemos cambiado el relato de la información. Nos acordamos del 11-S, pero si hay una catástrofe que da inicio al factor 2.0 es el Japón de 2011. El gobierno de Japón se tuvo que abrir una cuenta en Twitter”, ha contado. “El último ejemplo lo tenemos con el gobierno de Ecuador. Se coordinó un trabajo para dar la información. Y desde España, a través de Twitter, la solidaridad se desbordó”, ha recordado.